¡Hola otra vez!
¿Alguna vez imaginaste viajar al pasado y reencontrarte con aquellas personas con las que quedó “algo” pendiente? ¿Alguna vez soñaste con regresar a ese momento en el que no dijiste lo que debías decir? ¿Te imaginaste volviendo a hablar, aunque fuera solo un minuto más, con esa persona especial a la que tanto anhelas ver?
Estas son las historias que nos cuenta Toshikazu Kawaguchi en su saga Antes que se enfríe el café, una serie de relatos que, a través de distintos personajes, se roba el corazón del lector, tal como me ocurrió a mí.
Cuenta una vieja leyenda que en Tokio existe una cafetería donde es posible viajar al pasado. Su nombre es Funikuri Funikura y, aunque no hay pruebas fehacientes de que este viaje sea real, el mito ha recorrido la ciudad a través del sigiloso boca a boca. Sin embargo, quienes desean emprender esta travesía deben enfrentarse a un conjunto de estrictas y engorrosas reglas que, para muchos, terminan siendo motivo de desilusión.
Las reglas del viaje en el tiempo
1. Si viajas al pasado, solo podrás encontrarte con alguien que haya visitado la cafetería al menos una vez.
2. No importa lo que hagas en el pasado, la realidad en el presente no cambiará.
3. Para viajar, debes sentarte en una silla específica de la cafetería. Si está ocupada, deberás esperar pacientemente a que se libere.
4. Durante el viaje, no podrás levantarte de la silla; si lo haces, regresarás automáticamente al presente, haciendo que la travesía haya sido en vano.
5. El tiempo en el pasado es limitado: solo durará hasta que el café que te sirvieron se enfríe. Si no lo bebes antes de que esto ocurra, no podrás regresar y quedarás atrapado como un fantasma.
6. Solo puedes viajar en el tiempo una única vez.
¿Cómo se realiza el viaje?
En la misteriosa cafetería Funikuri Funikura reside desde hace generaciones la familia Tokita, poseedora del poder de hacer viajar a las personas en el tiempo. Sin embargo, este don solo se transmite a las mujeres de la familia y es heredado por la hija menor, incluso antes de su nacimiento.
Para emprender el viaje, el interesado debe sentarse en una silla específica que, en circunstancias normales, siempre está ocupada por un fantasma. Este ser, que habita eternamente en la cafetería, pasa sus días leyendo en un impoluto silencio y solo se levanta una vez al día para ir al baño. Aquellos que desean viajar deben esperar pacientemente a que esto suceda y así este asiento quede vacío.
Cuando finalmente logran sentarse, la encargada de la cafetería —al inicio, Kazu Tokita— les sirve el café, vertiéndolo desde una elegante jarrita de plata en una delicada taza de porcelana. En cuanto el café toca la taza, el viajero siente cómo todo a su alrededor comienza a girar. Un vértigo repentino lo envuelve y, en cuestión de segundos, abre los ojos… y nada parece haber cambiado. Sin embargo, al prestar atención, nota pequeños detalles distintos en el entorno o en las personas a su alrededor, que ahora son más jóvenes. Es entonces cuando comprende que, efectivamente, ha viajado en el tiempo.
Los viajeros en el tiempo
Las razones por las que alguien decide viajar al pasado son diversas, pero casi siempre están relacionadas con cerrar un capítulo pendiente en su vida. Entre los viajeros encontramos a una hermana mayor que busca reencontrarse con su hermana menor fallecida en un accidente de tránsito, un esposo con Alzheimer que regresa al pasado para pedirle a su esposa que, a pesar de su enfermedad, lo trate como su compañero de vida y no como un paciente durante toda su existencia, o un hombre que quiere visitar a su esposa antes de su muerte para darle un último regalo de aniversario.
Pero, ¿qué tienen en común todas estas historias?
La reflexión final
Si bien los relatos de Toshikazu Kawaguchi son conmovedores y cautivan al lector, hay un mensaje más profundo en ellos, una verdad que, aunque está frente a nuestros ojos en la vida real, no siempre es fácil de percibir.
¿Por qué alguien querría regresar al pasado si no puede cambiar el destino de los acontecimientos? ¿Por qué buscaría reencontrarse con alguien especial si la realidad en su presente permanecerá intacta? ¿No sería aún más doloroso revivir esos hermosos momentos solo para que, cruelmente, le sean arrebatados en un tiempo tan breve como el de una taza de café caliente?
La respuesta está en encontrar el “sentido”.
Dicen que el sentido de la vida proviene de tres fuentes: el amor, un propósito y el dolor.
El amor: Es tan intenso que el simple hecho de experimentarlo puede darle dirección a nuestra vida.
Un propósito: Tener un objetivo por alcanzar es el motor que nos impulsa a seguir adelante.
El dolor: Encontrar sentido en el sufrimiento implica aceptar las circunstancias difíciles y comprender que hay un porqué detrás de ellas.
Tal vez ese padre, hijo o esposo que tanto amabas vivió intensamente su vida amándote a ti también. Quizá estabas destinado a seguir adelante mientras esa persona partía, evitando así que fuera ella quien tuviera que enfrentarse al dolor de verte partir. En ese sacrificio, en esa comprensión, el dolor deja de ser solo dolor y adquiere un significado.
Este es el mensaje que Antes que se enfríe el café nos transmite a través de las historias en las cafeterias Funikuri Funikura y Dona Dona. Viajar al pasado no cambiará la realidad, pero puede ayudarte a encontrar un motivo para seguir adelante. Puede brindarte la oportunidad de comprender lo que antes no percibiste o lo que nunca tuviste la oportunidad de decir.
Nuestra vida es muy corta y debemos apresurarnos a descubrir nuestro sentido para vivirla, cualquiera que este sea, antes de que nuestro café se enfríe. Porque, de lo contrario, corremos el riesgo de convertirnos en meros fantasmas, vagando sin propósito por el mundo.
Nos vemos pronto.